El maestro de armas de la casa Sshamath se dirigió hacia la capilla de la casa, las estatuas y grabados de arañas y Lolth estaban en todas partes, cada vez se sucedían más a menudo a medida que se acercaban al lugar.
Raziel observó la luz de fuego detrás de una puerta, a él no le quemaba los ojos tanto como al resto de los drow, apenas lo molestaba un poco, lo sabia porque veía a Baelfryn ahora entrecerrar sus ojos a medida que se acercaba a la luz, aun a pesar que estaban prácticamente en la penumbra.
Las puertas de piedra se abrieron dando paso a esa temida habitación, que ahora tenia a varias personas allí. Todos los importantes de la casa estaban allí reunidos en una especie de ceremonia extraña, que Raziel nunca antes había presenciado.
Las paredes de obsidiana negra tenían arañas en muchas partes, parecía un hervidero de ellas, caminaban por toda la parte alta de la habitación, perdiéndose en la oscuridad mas arriba. A pesar de que la luz no alcanzaba a alumbrar allí, todos podían notar la maraña de telarañas que estaban por todas partes en lo alto de la capilla, casi podía escucharse el murmullo de los insectos.
La matriarca se encontraba sentada en su trono negro, con enormes patas de araña saliendo del respaldo, inclinándose hacia delante, todas las garras apuntando hacia el pobre infeliz que se situaba en las escalinatas que llevaban hasta ese reservado y preciado lugar.
Justo frente al trono en el que estaba sentada dicha mujer, había una enorme pira, en la que había un ser demoníaco horrible, que estaba mezclado entre las llamas. Raziel se paralizo de terror con solo verlo, era la cosa más asquerosa y atemorizante que había visto en su vida. Su mera presencia en el lugar le daba más miedo que todo lo demás…
Eran llamas y oscuridad, ojos que salían de las sombras, todos los ojos estaban en la profundidad de la oscuridad de la habitación. El demonio parecía cambiar de forma y observarlo con detenimiento, Raziel jamás había sentido tanto miedo… Era tal que no podía moverse, no podía respirar, solo sentía un horror sin barreras.
Todo lo demás parecía perder sentido y coherencia, tan solo podía ver al demonio y a las llamas, parecía estar mirándolo de lado, jugueteando con el fuego y el miedo del pequeño. Los ojos salían de las sombras, ojos rojos como la sangre que se movían de un lado al otro, algunos parecían mirar fijamente a Raziel mientras que otros actuaban incoherentemente, jugueteando con el entorno y observándolo todo.
Raziel solo podía temblar, temblar y tener miedo, solo quería salir de ese horror, desaparecer en un agujero negro, morir tan solo para no tener más miedo. ¿Pero donde estaba su madre?
¿Donde estaban todos?
Raziel sacudió la cabeza y parpadeo, ya no había llamas, ya no había ojos ni demonios… toda la sala se encontraba en silencio. La matriarca seguía allí, sentada, con una sonrisa macabra mientras que parecía estar muy entretenida observando algo en el suelo que el joven no alcanzaba a ver, tal vez estaba mirando el altar que estaba detrás de la enorme fuente en la que hace unos momentos estaba el fuego, Raziel no podía verlo, pero sabia que estaba allí, conocía el lugar.
El resto de los nobles de la casa se habían ido del lugar, dejándolo solo con aquella horrible mujer y Baelfryn, que estaba detrás de él.
"Ya salio del shock mi señora…" dijo fríamente el drow.
"Perfecto… Tráelo Baelfryn…" dijo la Valsharess, la reina, la matriarca, con un interés que iba en crecimiento mientras que se acomodaba en su trono para mirarse las uñas mejor.
Raziel tembló de miedo mientras que el hombre lo tomaba del brazo y se disponía a llevarlo hacia donde estaba la matriarca. El pequeño drow intento resistirse pero el adulto le dio otro bofetazo que hizo que Raziel por unos segundos estuviera aturdido de lo fuerte que le habían pegado. Sintió como lo alzaban y finalmente lo tiraban al suelo, cayendo sobre algún líquido resbaladizo.
El pequeño frunció el ceño pero de repente lanzo un pequeño grito de horror al darse cuenta de que estaba en un charco de sangre. Un grito que fue interrumpido por la orden agresiva de la matriarca.
"¡SILENCIO!" dijo mirándolo con una furia que hizo que Raziel empezara a sollozar en silencio, internamente, mientras que la observaba, hecho un bollito en el suelo.
Lo había arrojado al lado del altar que estaba detrás de la pira ceremonial. El charco estaba todo alrededor del altar de piedra, en el que había algo, pero al estar mas alto que la línea de visión del chico, no podía saber que era.
"Muy bien…" dijo la matriarca, en un ronroneo, complacida al ver que el chico se había callado al instante en vez de ponerse peor.
"¿Sabes por que estas aquí?" le pregunto la Valsharess mientras que se ponía a mirar sus hermosas uñas de nuevo. Le encantaba mostrar que le importaban mas sus uñas que la basura con la que estuviera hablando.
Raziel negó con la cabeza y la matriarca clavo sus ojos rojos en él, la furia volviendo a escapar de sus orbes carmesí.
"Cuando te haga una pregunta, me responderás en voz alta… sin titubear ni llorar… fuerte y claro, y me dirás señora siempre que te dirijas a mi…" le dijo en un tono muy poco amable
"¿Te quedo claro mi pequeño Nebiros?" le pregunto, ahora su voz sonando dulce y suave como terciopelo.
Raziel trago saliva y asintió juntando coraje y fuerzas internas
"Si señora" le dijo sin titubear.
La matriarca junto sus manos rápidamente en un único aplauso.
"Esplendido…" dijo felicitándolo y mirando de reojo al maestro de armas de la casa, con una sonrisa macabra.
"De pie, Nebiros…" le ordenó la mujer mientras que ella también se ponía de pie para descender las escaleras que llevaban a donde él se encontraba.
El pequeño se puso de pie al instante, tragando saliva y limpiándose las lágrimas rápidamente, sabía que si se equivocaba lo iban a hacer pedazos.
Sobre el altar había una silueta cubierta con una manta negra. A pesar de la tela oscura, se podía ver el color carmesí de la sangre que la había manchado, seguramente proviniendo del cuerpo inerte que estaba debajo de ella. El drow tragó saliva al notar el cuerpo inerte.
La matriarca pareció sonreír y deleitarse ante el gesto del joven y se acerco para tomar su rostro entre sus largos, finos, delicados y hermosos dedos que terminaban en uñas en punta, como garras. Lo tomó del mentón, y las uñas de la mujer eran tan filosas que casi se hundían en la carne del pequeño, que parpadeaba rápidamente intentando contener sus miedos y emociones.
"Debes tener miedo Nebiros… pero no debes mostrarlo… jamás… o te harán pedazos…" le aconsejo la mujer y el pequeño asintió en silencio.
Al sentir las uñas de la Valsharess empezando a hundirse en su piel hasta sacar sangre lanzo un leve gemido de dolor.
"Si… si señora…" le dijo al entender cual había sido su error.
La mujer sonrió al ver que había comprendido sin que ella gastara saliva y lo soltó. Al ver que el chico empezaba a llevar sus manos hacia su rostro ella negó con la cabeza con desaprobación.
"Ah-ah… no querido, hacer eso es una falta de etiqueta y compostura…" le dijo con una sonrisa arrogante, con una voz que parecía el ronroneo de un gato de lo seductora que era.
Raziel instantáneamente se detuvo y bajó los brazos, manteniéndose firme y mirando a la mujer.
"Aquí tu padre…" dijo mientras que extendía una mano hacia Baelfryn
"Dice que eres muy hábil…" dijo la matriarca, al parecer un poco aburrida por toda la situación.
"¿En que se supone que es hábil esta basura, Baelfryn?" le preguntó la Valsharess mientras que caminaba alrededor de Nebiros, intentando enervarlo solo para divertirse, mientras que lo miraba de arriba abajo.
"A decir verdad señora, es muy hábil en casi todos los campos que lo he visto…podría ser desde un mago hasta un guerrero, de un asesino a un diplomático… pero es excepcionalmente ágil y perceptivo…" dijo el hombre
"Ya veo…" dijo la drow sonriéndose levemente, poco convencida por las alabanzas del maestro de armas.
"Muy bien… demuéstralo…" le dijo mientras que volvía a subir las escalinatas para sentarse en su trono. Se dispuso a observarlos posando su hermoso rostro sobre la palma de su mano derecha. Su mano izquierda tamborileaba el apoyabrazos de obsidiana, sus filosas uñas haciendo un ruido enervante de impaciencia.
Baelfryn sonrió y avanzo hacia las escalinatas para hincarse y bajar la cabeza respetuosamente.
"Si mi señora…" con sigilo sacó una moneda de su bolsillo y se dio media vuelta, arrojándosela a Raziel que reflexivamente estiro su mano y la atrapo antes de que esta llegara a su rostro.
La drow observó aburrida, pero pronto su expresión cambio al ver que Baelfryn le arrojaba una moneda tras otra directo al cuerpo y el pequeño rápidamente empezaba a atraparlas a todas, una atrás de la otra a una velocidad que bordaba el límite de la capacidad. Realmente no estaba segura ni de si Baelfryn podría hacer algo así…
Aun así, pronto comenzó a aburrirse, hasta que Baelfryn de repente en su ultimo lanzamiento cambio una moneda por la daga que tenia en el cinto, arrojándola directo a la cara del pequeño. La Valsharess casi se puso de pie al ver la daga volar, y casi se le escapo una exclamación de sorpresa al ver que el pequeño de tan solo seis años había echado su cuerpo hacia atrás un poco y había tomado la daga antes de que lo atravesara.
"Veo que realmente eres ágil…" concedió la mujer poniéndose de pie.
"Pero aun es hijo de esa elfa…" espeto con cierto asco, la elfa de la superficie había sido desafiante hasta el final, por más que hubiera gritado de dolor hasta morir en manos del demonio.
"Podrá ser ágil, fuerte, inteligente, perceptivo y todo lo que desees, macho, pero si no tiene el carácter necesario para ser un drow… no servirá… no será fuerte de verdad…" dijo la matriarca, pensativa, mientras que lo observaba fijamente al pequeño.
Raziel tragó saliva y bajo un poco la vista, sentía miedo, pero no tenía que mostrarlo. Tenía miedo de morir… pero si temblaba lo iban a hacer pedazos, justo como esa mujer le había dicho. Se paró firme y alzó la vista para mirarla directo a los ojos, escondiendo todas sus emociones para evitar que le hicieran algo malo.
La sonrisa que esbozo la Valsharess fue una de triunfo. Tal vez realmente el pequeño tenía un futuro.
"Muy bien Nebiros…" dijo la mujer poniéndose de pie y comenzando a descender de nuevo.
"Esta será tu prueba de fuego…" dijo la mujer sonriéndose con malicia.
"Tienes que hacer algo muy simple…" dijo sacudiendo una mano como quitándole importancia a lo que iba a tener que hacer.
"Lo que tienes que hacer ahora, es algo básico para tu supervivencia…" le dijo la matriarca, intentando darle una lección para su vida y a su vez, una amenaza sutil sobre lo que pasaría si fallaba.
Raziel trago saliva y la mujer le dio un bofetazo que le hizo un par de cortes en el rostro, por las uñas filosas que tenia.
"¡NO MUESTRES EMOCIONES!" le gritó la mujer mirándolo con severidad.
"Si la gente puede leerte fácilmente, sabrán como acorralarte… y una vez que te tengan entre sus garras… te harán pedazos" le dijo para luego cerrar los ojos un instante y serenarse; toda la furia que había antes se había esfumado.
"Como decía…" dijo haciendo un gesto con la mano, y sonriendo al ver que la sangre manaba de los cortes y el niño ni siquiera se mosqueaba, ni siquiera intentaba observar la herida, ni emitía quejidos, ni movía sus manos.
"Lo que debes hacer es bastante simple… primero, le quitaras la manta negra al cuerpo que esta allí…" dijo con tranquilidad.
"Si veo… una… solo… una emoción de pánico, llanto o algo por el estilo… te aseguro que acabaras peor…" lo amenazó la drow.
Raziel asintió
"Si señora…" le dijo sin titubear.
"Luego…" dijo la drow sonriendo, mientras que llevaba sus garras a su mentón, pensando que seria mejor hacerlo hacer para quebrarlo.
Su dedo índice tamborileaba sobre sus labios mientras que miraba al pequeño y luego el altar.
"Ya se…" dijo tomando una daga ensangrentada que estaba sobre el altar y tendiéndosela a Raziel, que la tomó entre sus diminutas manos.
"Luego… harás un corte en el pecho de esa persona… y buscarás su corazón… se ve así…" le dijo la drow, extendiendo una mano y fabricando a través de su voluntad una ilusión totalmente creíble sobre como se veía un corazón de verdad . Raziel pareció por un instante perder la compostura, pero la recobró rápidamente.
"Una vez que lo tengas entre tus manos… la escupirás en la cara… a quien sea que este ahí debajo" dijo la mujer, sonriendo divertida mientras que imaginaba la situación.
"Y luego traerás el corazón… y lo dejaras en las brasas, para que el demonio lo devore luego…" dijo la drow.
Raziel asintió de nuevo
"Si señora…" era una pesadilla para el chico, pero no quería morir… no sabia que pensaría su madre sobre esto… pero el no quería morir allí… no quería morir…
La matriarca sonrió complacida por la prueba que le había dejado, mientras que subía las escaleras y se sentaba en el trono. Las brasas volvían a arder levemente, un pequeño fuego anaranjado y sobrenatural se alzaba. Dissanth, el demonio, estaba observando atento la escena.
"Un ultimo consejo, pequeño…" dijo la matriarca mientras que terminaba de acomodarse en su asiento.
"Cuando quites la manta… pregúntate que es mas importante… sobrevivir… o las basuras emocionales y débiles que te enseñaron…" le dijo la Valsharess.